Ovidio Guzmán: golpe sobre la mesa

¿Cuántos hijos tiene Joaquín Guzmán? En una entrevista realizada en una de sus varias estadías en cárceles mexicanas, El Chapo Aceptó la paternidad de 23 descendientes. En otra versión, quizás más confiable, el criminal más famoso de México reconoció solo a diez. De todos, hay dos muy cercanos a su corazón. El primero es Iván Archivaldo, el chapito; el segundo es su hermano menor, Ovidio, El ratónhijo de su segunda esposa.

Desde 2016, cuando finalmente su padre fue extraditado a Estados Unidos, el joven Ovidio —entonces un muchacho de 26 años— saltó a las grandes ligas del narcotráfico nacional junto a tres de sus hermanos: Joaquín, Iván y Jesús Alfredo. Como evocación de su poder, simbólico y real, se bautizaron como los niños pequeños.

La historia de los niños pequeños ha sido vertiginoso. Comenzaron a luchar, como huérfanos, por el control de la organización dejada por su padre. La pelea contra Dámaso López Núñez, exoperador financiero del llamado Cártel de Sinaloa, y su hijo el mini lic, fue la primera de varias batallas. ganaron El segundo obstáculo llegó en octubre de 2019, cuando tropas mexicanas detuvieron a Ovidio unos minutos antes de liberarlo. El Culiacanazo no sólo significó un triunfo indiscutible de Los chapitos, sino una derrota moral del Estado Mexicano. Era un jueves negro en Palacio Nacional y en cada palmo del territorio nacional.

Los años siguientes fueron tiempos de arrogancia y poder. los niños pequeños Se las arreglaron para aprovechar la falta de cooperación entre las agencias antinarcóticos de Estados Unidos y el gobierno mexicano. La Administración para el Control de Drogas (DEA), en otros tiempos con mil ojos y brazos en Culiacán, terminó conformándose con escribir informes aburridos que daban cuenta del poder del grupo. La política de confrontación no directa del gobierno federal y la ineficacia de la inteligencia estadounidense permitieron los niños pequeños posicionarse en el mercado de moda en Norteamérica: el tráfico de drogas sintéticas.

Si Culiacán saltó a la fama hace décadas como centro de operaciones de cultivo y tráfico de opio, marihuana y posteriormente cocaína, los hijos de Guzmán Loera lograron construir una compleja red de tráfico y producción de metanfetamina y fentanilo en la capital sinaloense. Además, discretamente lograron colarse en el lujurioso negocio de la industria pesquera y maderera. En la diversificación vieron crecer su reino.

Pero los mercados ilegales siempre son complejos y de corto plazo; como la vida, no ofrecen victorias definitivas. En el año pasado, los niños pequeños se metieron en diferentes disputas. Primero, con células criminales en el norte de Sonora para el control de las rutas del narcotráfico en ese estado (particularmente en Caborca); Posteriormente lo hicieron con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la organización criminal más poderosa del país. En el centro de esta lucha, los habitantes del norte de Jalisco y Zacatecas han quedado huérfanos.

Por si fuera poco, medios locales han advertido sobre una guerra fratricida con el grupo que encabeza Mayo Zambada, exaliado de Joaquín Guzmán. Finalmente, hay que sumar las palizas que han sufrido Ovidio y sus hermanos por parte de las autoridades policiales: desde la detención de cargamentos de tiburones congelados llenos de cocaína en el sur del país, hasta la desarticulación de una célula de la organización recientemente. unos meses en Madrid.

Es en el contexto de la debilidad y fractura del llamado Cártel de Sinaloa que debe entenderse la detención de Ovidio Guzmán. Esta debilidad explica, al menos en parte, por qué no se repitió la feroz y sangrienta resistencia que vimos en el Culiacanazo. Esto no significa, por supuesto, que no veremos escenas de violencia en Sinaloa en los próximos días y semanas. Ya se sabe qué dinámica violenta suele seguir a hechos como el de esta mañana. La paradoja de este absurdo fenómeno que hemos convenido en llamar guerra contra las drogas radica en su capacidad de autoalimentarse con cada detención e incautación. Hasta que nos devore a todos.

¿Qué le espera a Ovidio? Con apenas treinta años para el final, probablemente la extradición y décadas en prisión. En Estados Unidos está acusado de tráfico de cocaína, metanfetamina y marihuana. Así, su detención hay que leerla en el contexto de la próxima visita de Joe Biden a México (la primera de un presidente fue la de Barack Obama en 2014) y el inicio del juicio contra Genaro García Luna en Nueva York.

Con la captura de Ovidio, el Gobierno mexicano dio un golpe en la mesa imposible de despedir; se redime del fracaso de hace dos años y muestra algo de su capacidad operativa. Queda, sin embargo, la duda de las implicaciones de la inteligencia estadounidense en su captura. Adivinaremos su respuesta con el paso de los días.

Sin embargo, fragmentado y debilitado, el Cártel de Sinaloa, como cualquier organización criminal de este tipo, seguirá operando; se reagrupará, evolucionará, crecerá y se debilitará de nuevo. Así hasta el infinito. A la guerra contra las drogas, como a las hidras de la mitología griega, le quedan muchas cabezas y muchos hermanos de Ovidio por cortar.

Suscríbete aquí a Boletin informativo de EL PAÍS México y recibe toda la información clave de la actualidad de este país

Suscríbete para seguir leyendo

Leer sin limites

By México Actualidad

Puede interesarte