Los “traidores” que hablaron al oído de Nicolás Maduro

En 2018, las cosas empezaron a empeorar para Nicolás Maduro. Era otro año así, 2024, cuando tocaba celebrar elecciones presidenciales en Venezuela y los votos se escapaban. El líder chavista ha decidido convocar elecciones anticipadas; eliminó cualquier competencia que amenazara con sacarlo del poder mediante descalificaciones de candidatos y otras conocidas maniobras judiciales; y entró en arenas movedizas donde se fracturó su legitimidad. Ese año la comunidad internacional se cruzó de brazos desaprobando su reelección, que consideraba defectuosa. Se rompieron las relaciones y los embajadores fueron degradados a encargados de negocios.

El presidente llegó en 2018, al final de su primer período como diputado tras la muerte del eterno comandante de la revolución Hugo Chávez, después de haber resistido meses de intensas jornadas de protestas que sus fuerzas de seguridad reprimieron con violencia y hoy La Corte Penal Internacional investiga posibles crímenes contra la humanidad. Ha vivido los fuegos de la hiperinflación, la brutal escasez de alimentos y medicinas y los primeros picos de migración masiva de venezolanos. Pero esta semana Maduro rebobinó la cinta de ese año y descubrió algo mucho más grave que sucedió ese año sin levantar sospechas: la traición le hablaba al oído en cada reunión de gabinete.

El presidente confesó en televisión que desde enero de 2018, cuando todo empezó a complicarse aún más, Tareck El Aissami, el obispo al que él mismo había puesto a su lado como vicepresidente durante un año y medio, conspiraba contra él. No sólo fue el segundo a bordo, sino que también fue a quien se le encomendó la tarea aún pendiente de reconstruir la economía y liderar la cruzada contra la inflación, generada por los controles a la economía impuestos por los tiempos de Hugo Chávez -de quien ambos se dicen hijos–, en el que intentaron perseguir los ceros que el bolívar acumuló en su imparable devaluación para finalmente admitir la libre circulación del dólar, al que consideraban el enemigo a pulverizar, y terminaron adoptando el seudónimo de REF –para referencia—, la abreviatura con la que hoy se indican todos los precios en Venezuela, detrás de la cual se esconde el miedo de aquellos tiempos en los que hablar de dólares era un delito.

Maduro ha comenzado a mover las piezas del rompecabezas que el fiscal Tarek William Saab ha revelado desde hace varias semanas en ruedas de prensa que sirven como episodios de una conspiración cada vez más enrevesada, a la que denominó PDVSA Crypto y en la que se han perdido 21 mil millones de dólares de la nación, tras la venta de petróleo en el mercado negro sin que nadie se dé cuenta. La madeja de este hilo se empezó a tirar hace un año. El Aissami, como Ministro de Petróleo, renunció a su cargo mientras otros funcionarios fueron detenidos y desaparecidos del mapa sin más explicaciones. Hace unas semanas dio señales de vida: el fiscal Saab divulgó fotografías de uno de los hombres más poderosos del gobierno esposado ingresando al tribunal.

No se sabe en qué circunstancias fue detenido ni cómo. Habiendo ocupado casi todos los puestos en la revolución y sido superministro, ahora lleva el título de traidor. En las últimas revelaciones que la Fiscalía siempre hace al mediodía, terminaron juntos en una misma conspiración, aparentemente urdida a través de videollamadas por Zoom, acusados ​​de ser jefes del chavismo, como el empresario Samark López, ahora identificado por Maduro como el brazo derecho del que fue mano derecha en 2018, y acérrimos opositores a su gobierno como Julio Borges y Leopoldo López, unidos en el exilio y en las órdenes de arresto y extradición dictadas contra ellos esta semana, pero políticamente opuestos entre sí desde hace más de una década.

Los audios comenzaron a difundirse para darle una vuelta de tuerca a la trama de corrupción, otro montón de desfalcos que acumula el chavismo en investigaciones en jurisdicciones de otros países, hacia una conspiración política internacional. “Tomo notas como si estuviera en el primer semestre de una carrera que no conozco”, le dice Samark López a Borges cuando le pregunta qué mensaje le transmitirá a El Aissami sobre la conversación en la que aparentemente intentaron establecer una relación directa. Canal de comunicación con el gobierno en medio de la pandemia.

El fiscal Saab presentó las grabaciones de 2020 y los testimonios recabados durante los interrogatorios de Samark López vestido con el overol azul que usan los presos. En uno de los audios entre Borges y el líder Carlos Ocariz, el empresario da su análisis sobre cómo podría ser una transición política en Venezuela en la que los líderes opositores, El Aissami y López, estarían involucrados, sancionados y con sus bienes bloqueados por Estados Unidos desde 2017 y el exembajador estadounidense James Story. En otra conversación con el líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, difundida con cortes y sin mayor contextualización para entender los planes que se están orquestando, el involucrado se entrega a la reflexión política. “A veces, cuando hablamos de dictadura, la palabra me parece muy pesada, la cuestiono, como buen demócrata. Pero si hay una dictadura es ésta de ahora”, dice Samark López.

El fiscal aseguró que Julio Borges y Leopoldo López -detenidos en Ramo Verde desde 2014 y luego internados en prisión hasta 2017- fueron parte de las corruptas negociaciones de PDVSA incluso antes que El Aissami. Se remontan a los días de Rafael Ramírez, a quien Chávez puso al frente de la industria durante casi una década y que fue derrocado en una de las primeras purgas del chavismo bajo Maduro. Los opositores, siempre los sospechosos habituales de toda conspiración denunciada por el gobierno, recibirían parte de los ingresos del petróleo a través de contratistas cercanos a ellos. “La historia de estos personajes es un vómito”, comentó esta semana en televisión, entre una supuesta prueba y otra sobre el caso PDVSA Cripto, que ya cuenta con 67 detenidos. “Leopoldo López participó activamente en el golpe de abril de 2002, es firmante activo del Carmonazo (el decreto emitido por Pedro Carmona cuando asumió el poder en 2002), al igual que María Corina Machado. “No creen en la campaña electoral”.

Leopoldo López respondió a las revelaciones con un desafío. “También tuvieron conversaciones para explorar la salida de Maduro. A ti también te grabaron”, escribió en X, admirando al fiscal. Por ello, admitió tener contactos con funcionarios del gobierno y fuerzas de seguridad para tratar de exponer las grietas que tiene Maduro en su casa. Ocariz dijo que se trataba de acusaciones falsas y explicó que las reuniones con Samark López sirvieron para tender puentes con el gobierno para implementar los acuerdos sociales negociados para enfrentar la pandemia y buscar mejores garantías para las elecciones parlamentarias de ese año. Borges, sin embargo, dijo que el fiscal intenta desviar la atención de las elecciones, a menos de tres meses, lo suficiente para que se produzcan nuevos giros inesperados en esta trama.

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