El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, recibirá este sábado de manos de su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, la Orden Mexicana del Águila Azteca, la máxima condecoración para un Jefe de Estado extranjero. El acto protocolario, que se realizará durante la visita del mandatario cubano al Estado de Campeche, representa un nuevo sello para una estrecha relación bilateral que va más allá de lo simbólico. Desde que llegó al poder en 2018, López Obrador ha ido recuperando la tradicional sintonía mexicana con La Habana, enfriada durante los últimos gobiernos. El acercamiento se ha fraguado con acuerdos económicos y guiños políticos hasta alcanzar su punto más intenso el año pasado. En un decidido respaldo diplomático, el presidente mexicano se negó a asistir a la Cumbre de las Américas convocada por Joe Biden en Los Ángeles porque no fue invitado, entre otros, por el mandatario cubano.
El comunicado oficial publicado este viernes justificando el alto galardón, que también ha recaído en Fidel Castro, Nelson Mandela o José Mujica, es una recopilación de los últimos hitos en la relación bilateral. La cooperación ha sido especialmente intensa en temas de salud con la llegada a México de personal médico y la compra de la vacuna cubana contra la covid para lotes de refuerzo. El envío de médicos cubanos a México, que supera los 500, ha estado rodeado de polémica. Los gremios médicos denunciaron que la medida era más un gesto político que una solución a las deficiencias del sistema de salud mexicano.
Ambos comandos visitarán este sábado un centro médico donde ha sido contratado uno de los continentes cubanos. Otro tramo de la ruta oficial será la supervisión del avance del Tren Maya, que atraviesa el estado de Campeche, que también cuenta con la colaboración cubana. Desde la isla han llegado más de 20.000 toneladas de lastre, una piedra utilizada en la construcción. El gran portaaviones editorial mexicano, el Fondo Cultura Económica, es también la primera librería extranjera que ha logrado abrir en La Habana.
El comunicado mexicano también destaca “las diferentes visitas que ha realizado en territorio nacional”. El de esta semana será el cuarto viaje de Díaz-Canel a México, algunos de ellos especialmente simbólicos. Por ejemplo, su invitación a la toma de posesión de López Obrador en 2018. O su presencia durante el desfile militar conmemorativo de la independencia de México hace dos años. La relación también se fortaleció con la visita de López Obrador a La Habana. A diferencia de otros presidentes mexicanos —todos ellos han visitado Cuba desde 1959, pero la mayoría lo ha hecho al final de su mandato, de manera protocolaria—, el mandatario de Morena llegó en medio de la legislatura y tras haber visitado Estados Unidos tres tiempos, puesta en escena que quiere dar al más alto nivel de relaciones entre los dos países.
En ese viaje, cargado de simbolismo, López Obrador fue a su vez condecorado con la Orden José Martí, la máxima distinción cubana. Y también aprovechó para condenar enérgicamente el embargo en EE.UU. Lo mismo sucede en cada reunión o cada vez que Cuba cruza su agenda. Este viernes, durante su conferencia matinal diaria, ha vuelto a incidir en el asunto al calificar la medida estadounidense de “un acto prepotente y una violación de los derechos humanos”. “Es medieval y contrario a lo que se tiene que buscar, una relación amistosa entre los pueblos de todo el continente americano”, agregó.
El tema diplomático más grave hasta el momento ha sido la ausencia de López Obrador de la Cumbre de las Américas en apoyo a Cuba, Nicaragua y Venezuela, quienes no fueron invitados por Biden. Una pelea que cobró especial relevancia porque se dio en medio de las delicadas negociaciones entre ambos países por la política migratoria. Pese a su proverbial reserva a la política internacional, el presidente mexicano parece, no obstante, dispuesto a pisar el acelerador durante la segunda parte del sexenio con viajes centrados en sus vecinos del sur —Centroamérica y Cuba—, desempolvando una Agenda latinoamericana que tuvo un primer precedente durante la presidencia interina de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) hace tres años.
El presidente de Morena está recuperando, en buena medida, la especial sintonía que siempre mantuvo el régimen priísta con el gobierno castrista. Al menos, hasta el distanciamiento de la década de 1990 y la tensión durante el primer gobierno panista de derecha en México. Las aguas diplomáticas volvieron a la normalidad durante el regreso del PRI al poder en el pasado sexenio, pero López Obrador ha pisado el acelerador haciendo valer una de las consignas que se mantuvo vigente durante décadas: “al defender a Cuba, también se defiende México y su comienzo”.
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