La selección mexicana de Diego Cocca sigue herida por las secuelas que dejó la gestión del Tata Martino. El nuevo técnico, que acaba de dirigir su segundo partido, sufrió como nunca en un partido ante Jamaica en el estadio Azteca (2-2), lugar que parecía ser la fortaleza del Tri y que terminó más bien como una cancha pública que llenó la cancha. fanáticos con abucheos. su. Cocca llegó con un aire de renovación de la plantilla y lo que hubo fue una continuidad de un equipo que no sabe dónde está el norte. El primer partido, ante Surinam, le dio indigestión al estratega argentino pese a que ganó (0-2) y ahora ante los jamaiquinos ha mostrado más dudas.
El partido contra Jamaica en el estadio Azteca fue otra noche de tormento. La afición mexicana abucheó a su capitán y arquero. Guillermo Ochoa tocó cualquier balón y recibió el desprecio de la grada. El repentino castigo osciló entre las ganas de renovación en el arco mexicano y el primer gol encajado por los jamaicanos. Hace unos meses, la misma masa de aficionados colocó a su portero a la altura de un santo tras detener un penalti de Robert Lewandowski. Islander De Cordova-Reid anotó desde fuera del área para inmovilizar a los defensores mexicanos ya un arquero que estaba fuera de posición. Jamaica tomó el centro del escenario y expuso a un equipo mexicano oxidado.
Los jugadores del Tri lo pasaron mal en el Azteca en el primer tiempo. Cuando tuvieron que defenderse de un tiro de esquina, Ochoa se preocupó más por forcejear con el rival que por seguir el balón y Edson Álvarez se enredó con otro jamaiquino, que provocó que el mexicano se arrodillara en el momento justo para que marcara el propio gol (2-1). La tormenta eléctrica en la Ciudad de México provocó que el partido se suspendiera por unos minutos. Tras el forzado descanso, los de Cocca encontraron un afortunado penalti a su favor, que cobró Hirving Lozano. Pero el empate momentáneo enmascaró los problemas defensivos de México.
Los asistentes de campo del Azteca colmaron de abucheos a Raúl Jiménez en su ingreso a la cancha. Desde los asientos no olvidan que el delantero del Wolves pasó desapercibido en el Mundial e incluso pidieron la entrada a Santiago Giménez, uno de los goleadores del Feyenoord. Las gratas sensaciones las dejó Luis Chávez, un centrocampista que se quedó solo. El sorteo deja a México en las semifinales de la Liga de Naciones de Concacaf, donde busca recuperar el liderato.
La selección mexicana condensa lo corrupto que es el fútbol en el país. Desde que El Tri cayó estrepitosamente en la fase de grupos del pasado Mundial, las cosas han ido cuesta abajo en las oficinas de la Federación Mexicana de Futbol. Primero, porque tardaron más de 60 días en reconocer que la gestión del entonces técnico, Gerardo Martino, fue una tontería. Los directivos también querían elegir al mejor suplente como entrenador. La decisión final, sin embargo, fue precipitada al elegir a Diego Cocca. El nombramiento desató enfrentamientos entre los dueños de los clubes mexicanos (quienes deciden el destino del Tri) y provocó la renuncia del presidente de la Federación, Yon de Luisa. Hasta ahora, no hay sustituto.
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