Esmeralda Pimentel sostiene implantes mamarios en ambas manos. Fluye con la música de fondo mientras agarra con los dedos y sacude las bolsas llenas de líquido que normalmente se colocan para una mamoplastia de aumento. Lleva un top verde corto y una falda amarilla. “Estoy celebrando mi primer aniversario explantada”, le dice a la cámara que graba su mensaje y agrega “Estoy feliz, me siento más bella, sensual, femenina y más libre que nunca”. Ella sonríe, con convicción y con desaprobación hacia las piezas artificiales que aún tiene en sus manos, afirma que se siente “muy orgullosa” de haberse quitado esas “cosas tóxicas” y sentencia: “la belleza, la seguridad y la felicidad no están aquí”. Ella sigue bailando, libre, ahora sin los implantes en sus manos.El 19 de marzo dio a conocer este mensaje a través de una publicación en su cuenta de Instagram.
Casi un mes después de este anuncio, la actriz de 33 años, nacida en el Bronx, Estados Unidos, se encuentra con EL PAÍS en Plaza San Jacinto, en la Colonia San Ángel, al sur de la Ciudad de México, el primer barrio donde inició su carrera cuando llegó a la capital. Este pequeño espacio urbano, de aspecto colonial y calles empedradas, también se encuentra a menos de dos kilómetros del Centro de Educación Artística (CEA), institución donde se formó como intérprete y que pertenece a Televisa, empresa de medios con la que mantuvo una relación. contrato exclusivo de aproximadamente seis años, entre 2012 y 2018, según recuerda.
Un año y un mes después de que decidiera quitarse los implantes mamarios, con el pelo corto y en sus propios términos sobre cómo verse y sentirse con su cuerpo, la actriz regresa a la pantalla chica con un papel coprotagonista en Monte Cristo, la nueva serie disponible para México a través de Vix+ y para España a través de Movistar+. La producción, que tiene al actor cubano William Levy como uno de los protagonistas, es una adaptación moderna de la novela de Alexandre Dumas El conde de monte cristo.
Pimentel dice que no tiene esa historia de aspirar a ser actriz desde pequeña, pero siendo una niña “súper solitaria”, se inventaba personajes y situaciones en su cuarto. “Me llenó de seguridad y posibilidades”, admite en conversación con EL PAÍS. La actriz aterriza el personaje de Haydée, que también aparece en la obra original, pero con un toque moderno, no solo como cómplice y amante de Edmond Dantès, sino como una hacker que destaca por su inteligencia, por su personalidad y que ayuda el personaje principal en su búsqueda de venganza, sin necesidad de hipersexualizarse o usar tacones en el proceso.
La actriz estadounidense, pero de raíces mexicanas, pues se crió en el municipio de Zapotlán el Grande, en el Estado de Jalisco —de donde es oriunda su madre—, dice que adaptar Monte Cristo Fue un gran desafío, porque es una historia muy conocida y querida por el público. Se hicieron muchas reinterpretaciones, empezando por el personaje de Levy que, en la serie —por ejemplo— se escapa de Cuba. “Mi personaje no sigue esa agenda de hombres, no vemos a una mujer que muere de amor. Cuestiona, decide por sí misma y siempre acaba eligiéndose a sí misma. Con el director y los departamentos de vestuario y maquillaje creamos un personaje acorde a las situaciones, así como cabello corto. En otras palabras, se sale del molde de cómo vemos a muchos protagonistas en este país. Me encanta que a través de la colaboración pudimos retratar un personaje femenino fuerte y distintivo”, agrega.
El acercamiento al personaje de Haydée sigue la filosofía de vida de Pimentel, quien en 2020, en un acto de “rebelión contra el sistema”, decidió cortarse el pelo corto, como una forma de ser consecuente consigo misma; y que a la vez era un riesgo, como ella misma reconoce, porque estaba “demasiado encasillada” con cierto tipo de personajes. El hecho de que iniciara su carrera como reina de belleza en 2017, a los 19 años, y habiendo pasado por telenovelas, le causó conmoción por los cánones de belleza que se mantienen en ciertas esferas de la sociedad. “Él es muy estúpido. Recibí comentarios, no solo en mis redes sociales, sino también en entrevistas, en la calle sobre mi corte de pelo, en las que me llamaban marimacho o incluso cuestionaban mis preferencias sexuales solo por cómo me veía”, agrega.
Desde que egresó del CEA, la actriz ha sido un rostro muy común en las producciones de Televisa, donde llegó a protagonizar exitosos melodramas como el color de la pasión, El vecino y Enamorarse de Ramón. En ese momento, ella tenía una concepción de lo que era tener éxito, pero cuando llegó se dio cuenta de que no era feliz. Ingresó al mundo de la actuación y esa industria sin ningún referente cercano a ella, sin ninguna guía que pudiera apadrinarla o protegerla de toda la violencia que le tocó vivir, como a muchos de sus colegas. “Cuando recién egresé del CEA, sí recibí la propuesta ‘te operamos la nariz’ o ‘te operamos los senos’. No es que nadie me obligó, pero creo que hay toda esta presión sistematizada y silenciada. Recibimos mucho acoso, mucha violencia. Tenía mucho miedo de cuestionar el sistema, de cómo se manejan las formas de trabajar. Poco a poco fui perdiendo mi voz creativa y eso que me impulsó a querer ser actriz”, cuenta.
Dejó la empresa cuando empezó a darse cuenta de que no tenía que normalizarse viviendo enferma, ni modificando su cuerpo para conseguir ciertos roles. Pimentel es una firme creyente de que gracias al feminismo y la mujer, como punta de lanza, así como a las nuevas generaciones, se ha podido cuestionar estos espacios de trabajo. “Hoy me doy cuenta de que ‘ser bella’ tiene que ver con poder pararme frente al espejo todos los días y poder aceptarme y dejar de enviarme mensajes que me lastiman. Me doy cuenta de que mi salud es más importante que cualquier cantidad de dinero, que cualquier éxito que haya por ahí”, afirma y apunta que “tener éxito es poder tener una casa productora con mis amigos que antes nos decían que no, que el sistema decía entre no se pueden crear amigas o que las mujeres sean rivales. Hoy me doy cuenta de que esto no es cierto.
Muy al margen de lo que tiene entre manos próximamente como actriz, con dos series seguidas, de las que todavía no puede hablar, está su nuevo papel como productora, junto a Ela Velden, Gabriela Marcos Payton y Frida Astrid, en su compañía los cuatro. Su primer proyecto Señoras, fue adquirida recientemente por Sony Pictures TV Latin America para su desarrollo. La producción, según Pimentel, es sobre mujeres, pensada para actrices de 60 años en adelante, que cuestionan su sexualidad, su libertad, su salud, qué es la diversión, qué es ser mujer.
Señoras es también un homenaje en parte a sus abuelas, a sus madres ya todas aquellas “mujeres chingonas” que, en algunos casos, por ser madres o por envejecer quedaron de lado. “Cuando empecé, en Televisa me dijeron que a los 35 años mi trabajo como actriz iba a caducar. Hoy tengo 33 años y siento que estoy en mi mejor momento, que recién estoy comenzando. Tenemos esta idea como sociedad de que te conviertes en madre, dejas de ser joven, asumes ciertos roles y dejas de ser objeto de deseo. Yo creo que las mujeres ya no queremos ser un objeto y nosotras tampoco queremos ser el deseo de nadie”, argumenta.
Próximamente Pimentel estará entregando el premio a Mejor Actuación de Reparto —tanto masculino como femenino— junto a Diego Calva en los Premios Platino, el 22 de abril, en Madrid, España, donde actualmente reside y continuará su carrera. No teme que sus afirmaciones la pongan en una lista negra, como solían hacerlo. Es consciente de que algunos productores no la volverán a contratar. “Eso es genial”, dice con firmeza, ya que considera importante cuestionar y luchar por los derechos laborales y entornos de trabajo seguros. “Es importante aprovechar estos lugares privilegiados. Hoy puedo tener una casa productora y puedo apoyar a Ellas Cuatro para que representen al 80% de la población, pero solo gracias a esa deconstrucción, al cuestionamiento. Entonces, si hay gente que me va a cerrar la puerta porque sabe que los voy a cuestionar, me siento muy orgullosa y significa que lo estoy haciendo bien”, concluye.
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