El 2 de enero, el máximo tribunal de justicia de México estuvo a punto de tomar una decisión histórica: elegir a Norma Piña como la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Las expectativas para la sesión eran muy altas. Poco antes de la votación, la ministra Yasmín Esquivel pidió la palabra, no para hablar de la elección, sino del tema que la rondaba desde hace semanas: la revelación de que su tesis de licenciatura de 1987 era una copia de otra presentada un año antes. Allí, ante la presencia de los jueces más importantes del país, aseguró: “La tesis profesional que presenté para obtener mi título de licenciatura es mía”. Este jueves se reunió nuevamente el pleno. Fue el primero luego de que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) certificara, tras una extensa investigación, que la obra de Esquivel era un plagio. El ministro no pidió entonces la palabra.
El camino que ha tomado Yasmín Esquivel desde mediados de diciembre se ha convertido en un laberinto al que le quedan muy pocas salidas. El ministro ha involucrado a docentes y ha terminado por revelar una cadena de plagios dentro de la UNAM, ha presentado una denuncia ante la Fiscalía y ha empantanado al Ministerio Público con una conclusión que tuvo que ser desmentida, ha apelado la resolución de la universidad y Esto sin duda ha concluido que la ministra copió su tesis de otra alumna. En medio del escándalo, tras semanas de tuits y declaraciones, Esquivel ahora permanece en el cargo y en silencio.
La bomba estuvo muy calculada desde el principio. La SCJN estaba en un receso oficial con la mayoría de los ministros en casa y cinco de ellos haciendo campaña para intentar ser elegido presidente. La información sobre el plagio causó conmoción dentro del máximo tribunal, que se negó desde un principio a tomar posición sobre lo que consideraron “un tema personal” del ministro. Esquivel era la apuesta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para presidir la Corte y esa revelación —publicada en el medio LatinUs, por Carlos Loret de Mola, quien mantiene una guerra abierta con el mandatario— la dejó prácticamente sin posibilidades de ser elegido.
El 21 de diciembre, el académico Guillermo Sheridan reveló que la tesis “Ineficacia de los sindicatos en los trabajadores de confianza del artículo 123 fracción A” presentada por Esquivel en 1987 era idéntica a la publicada en 1986 por Edgar Ulises Báez. Eran tan parecidos que nadie dudaba de que se trataba de la misma obra. Ni siquiera el ministro. La primera reacción de Esquivel fue un tuit en el que decía: “El informe de LatinUs es totalmente falso. Ahora, ¿qué más van a inventar?”, e incluía una carta firmada por la directora de tesis de ambos trabajos, Martha Rodríguez Ortiz, en la que la docente aseguraba que el trabajo de la ministra era original. La maestra le concedió su única entrevista al día siguiente, en Radio Wdonde aseguró que todo fue “un ataque a las mujeres por querer ser algo mejor”.
Este intento de protegerse con Rodríguez Ortiz terminó siendo contraproducente para la jueza y también para la docente. La exposición pública de la profesora reveló que había desarrollado una modus operandi plagio de tesis durante más de tres décadas. EL PAÍS pudo comprobar al menos siete obras copiadas y cuatro originales, desde 1985 hasta 2010. Ahora, la propia Rodríguez Ortiz también está siendo investigada por malas prácticas dentro de la universidad.
Cinco días después de la acusación, y tras haber compartido cartas firmadas por otros tres profesores que habían evaluado su trabajo doctoral, Esquivel emite su primera declaración. Allí la ministra se reafirma como autora de la tesis, anuncia que interpuso una denuncia contra Ulises Báez por plagio y se pone a disposición de la investigación de la UNAM: “Soy la primera interesada en esclarecer esta situación en su totalidad y la verdad es comprobado”, dice. El ministro, que consideró “una mentira” la acusación y un intento de intervenir en la elección de la SCJN, abre dos líneas de defensa: la Fiscalía y la UNAM. Ambos le fallan.
La ‘autoinculpación’ de Báez
La teoría que desarrolló Esquivel, y que presentó ante el Ministerio Público, se basó en la siguiente extraña sucesión de hechos: la ministra inició su tesis en 1985 —para verificarla, entregó a las autoridades una supuesta copia de la portada del trabajo timbrado en ese año— y se lo entrega a su tutora, Martha Rodríguez Ortiz, pero como le faltaban dos años para terminar la carrera de derecho, no lo presenta. En ese lapso de tiempo, Edgar Ulises Báez, quien tiene la misma directora de tesis, accede al trabajo ya escrito de Esquivel, incorpora el trabajo de campo y logra presentarlo un año antes que ella.
Así lo reconoce el propio Ulises Báez, según cuenta Esquivel, en una carta que deja el 27 de diciembre en el buzón de Martha Rodríguez. Allí, supuestamente, dice Báez: “En ese momento recuerdo que el tema de los sindicatos era un tema relevante, entonces fui con mi asesor de tesis, quien me mostró un trabajo que estaba haciendo otro estudiante sobre el mismo tema y tomé varias referencias. y texto porque necesitaba terminar rápido la carrera”. Para terminar de certificar esto, Rodríguez y un notario se dirigen a la casa de Báez, en Xochimilco, para hacerle firmar esta declaración. Todo, presumiblemente, es entregado al Ministerio Público. Báez en la única entrevista que ha dado a un medio, Eje centralreveló que estaba convaleciente de una neumonía y no había declarado nada de lo que señaló Esquivel: “La lógica lo disipa todo: el que se titula primero obviamente tiene el título original”.
A pocas horas del día de la votación para la nueva presidencia de la SCJN, el 2 de enero, el diario el universal publica la resolución de la Fiscalía de la Ciudad de México sobre la denuncia de Esquivel. Tratado en un plazo récord de tan solo cinco días y sin siquiera haber contactado al imputado, el Ministerio Público decidió no emprender acciones legales contra Edgar Ulises Báez por la denuncia de plagio porque se había sobrescrito la causa. Pero en el documento, que lleva las firmas del fiscal central de investigación, Carlos Guillermo Cruz Guzmán, se puede leer: “En consecuencia, del análisis integral de los datos de prueba obtenidos durante la investigación, se desprende que la denunciante Yasmín Esquivel Mossa No copió, ni en partes ni en su totalidad, la tesis de Edgar Ulises Báez”.
Esta afirmación, que levanta ampollas en toda la abogacía, es la que utiliza la ministra cuando pide hablar en la votación para la nueva presidencia de la SCJN: “Como persona apegada a la ley, me presenté ante las autoridades competentes por la vía institucional”. , la universidad, mi alma mater, en la que confío y confiaré siempre, ante la fiscalía, en la que aporté elementos contundentes que la sociedad y los medios de comunicación pedían, hoy, con total tranquilidad y no sólo con dichos, sino con base en la resolución de una autoridad, se ratifica que la tesis profesional que presenté para obtener mi título es de mi autoría y el tema fue concebido mientras estudiaba y trabajaba en confianza en el servicio público.
Sin embargo, ese día, Esquivel queda descartado en segunda vuelta y la Corte elige a Norma Piña. Acto seguido, la Fiscalía emite un comunicado en el que se desmarca del caso. La institución interpreta su propia frase y asevera en un comunicado: “Esta Fiscalía no se ha pronunciado en ningún momento sobre el tema ni ha hecho pública conclusión alguna en el sentido de que la denunciante haya sido víctima de plagio”. El organismo señaló a este diario que esta frase “en ningún caso es una conclusión, sino una hipótesis”.
Un plagio sin consecuencias universitarias
Esquivel solo tuvo que confiar en la UNAM. Una última esperanza se desvaneció para el juez esta semana, cuando el comité de ética declaró sin rodeos que el documento de 1987 era una “copia sustancial” del de 1986. Sin embargo, en una medida decepcionante para muchos críticos, el universitario afirmó no tener herramientas para sancionar a Esquivel. “La normativa universitaria carece de mecanismos para invalidar un título emitido por la Universidad Nacional, aun cuando se documente el plagio de una tesis”, dijo el rector Enrique Graue, quien se apoyó en una “interpretación solicitada a la Abogacía General”. La UNAM exhortó a la Secretaría de Educación (SEP) a pronunciarse sobre la nulidad del título.
Este paso al costado, que también fue criticado por López Obrador, ha sido visto con decepción por algunos académicos de la UNAM. “Decidieron pasar página. El precedente se vuelve peligroso”, reflexiona el investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM Tito Garza Onofre: “Creo sinceramente que después de esas declaraciones fue un mal día para la universidad porque da la impresión de que si plagiaste la tesis entonces te poder continuar con su título universitario. La reflexión toca a las autoridades correspondientes, me parece totalmente absurdo que se diga que los títulos no se pueden retirar, cuando los otorgan me parecen argumentos falaces”.
La decisión ahora oscila entre la SEP y la propia ministra. Cada vez son más fuertes los rumores de una dimisión, en la que empieza a parecer la única salida. “La salida ética y políticamente más viable es que ella dé un paso atrás, esto le conviene a todos: a ella en lo individual, por el mensaje contundente, a la SCJN, porque no le resta legitimidad, y también a la presidenta, porque va a tener la posibilidad de nombrar a alguien en su asiento”, evalúa Garza Onofre. La polémica puede llevar a una situación paradójica como que sea la propia Corte Suprema la que decida qué pasa con el título del ministro, en caso de que la SEP decida invalidar el título, Esquivel busca amparo y el tema escala entre tribunales Por ahora, el silencio continúa.
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